¿Qué son las DEA?

Las Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA) entre las que se encuentran la dislexia y la discalculia, constituyen una serie de alteraciones neurobiológicas que conllevan una dificultad en la adquisición y manejo de la lectura, la escritura, y/o las matemáticas, en personas con una inteligencia normal y suficientes oportunidades en el acceso a la educación.

En el DSM-5 las DEA aparecen agrupadas bajo la denominación de Trastorno Específico de Aprendizaje para recoger los últimos avances científicos que reflejan que los síntomas específicos, como la dificultad en la lectura, la escritura y el cálculo apuntan a un conjunto mucho más amplio de problemas.

Puesto que la lectura, la escritura y el cálculo son los instrumentos mediadores por excelencia en los que se basan todos los aprendizajes, sus déficits influyen negativamente en el rendimiento escolar, en la adquisición de los conocimientos en todas las materias e, inevitablemente propician el deterioro de la percepción que el niño o la niña tienen de sí mismos y aparecen así los problemas de tipo social y emocional que suelen acompañar a los trastornos de aprendizaje.

La causa exacta de la este trastorno aún no se conoce totalmente. Sin embargo, no hay ninguna duda de que se trata de una alteración en el funcionamiento de determinadas áreas del cerebro[i] de base genética.[ii]

Si bien el trastorno acompaña a la persona afectada a lo largo de toda su vida, la intervención y detección tempranas son particularmente importantes ya que los niños suelen mejorar con la intervención psicopedagógica y logopédica.

Sin embargo, si las dificultades de aprendizaje no son precozmente tratadas pueden producir, aparte del retraso educativo, un conjunto de situaciones “secundarias” indeseables para el proceso de enseñanza-aprendizaje: los repetidos fracasos suelen llevar a la desmotivación, aversión por la escuela conjuntamente con respuestas emocionales inadecuadas.

Principales manifestaciones de las DEA

Advertencia: No es necesario que se produzcan todas para que exista un trastorno, en cada persona podemos encontrar combinaciones distintas de ellas.

  • Lento aprendizaje de la lectura.
  • Problemas de comprensión de textos.
  • Dificultades en el lenguaje escrito.
  • Serias dificultades en la ortografía, también al copiar.
  • Dificultad para empezar la primera palabra de la oración con mayúscula y terminarla con un punto aunque se les recuerde.
  • Errores gramaticales en las oraciones verbales o escritas y mala organización de los párrafos.
  • Dificultades para comprender y escribir segundas lenguas.
  • Dificultad con las operaciones básicas y sus secuencias (suma, resta, multiplicación y división).
  • Errores e inversiones al transcribir los números incluso al copiar.
  • Dificultades en copiar figuras.
  • Dificultades en el aprendizaje de símbolos y series de cifras, como las tablas de multiplicación.
  • Dificultad para el manejo de cifras grandes.
  • Dificultad para el cálculo mental.
  • Dificultad para los cálculos aproximados.
  • Dificultad para contar hacia atrás.
  • Dificultad en la selección de operaciones a la hora de resolver problemas.
  • Problemas con la memoria a corto plazo y la memoria de trabajo.
  • Dificultades para seguir instrucciones y secuencias complejas de tareas.
  • Fluctuaciones muy significativas de capacidad.


A veces pueden presentarse:


  • Dificultades en el lenguaje hablado.
  • Problemas de percepción de las distancias y del espacio.
  • Confusión entre la izquierda y la derecha.
  • Problemas con el ritmo y los lenguajes musicales.


Existen también otras características asociadas, frecuentemente:


  • Desinterés por el estudio, especialmente cuando se da en un medio familiar y/o escolar poco estimulantes, que puede llegar a convertirse en fobia escolar.
  • Calificaciones escolares bajas.
  • Con frecuencia, la percepción negativa que los compañeros podrían tener de ellos, les lleva a pensar que tienen discapacidad intelectual, lo cual repercute de forma negativa en el desarrollo de su autoconcepto.
  • Con frecuencia se suele confundir con un mero retraso evolutivo o que el alumno no se esfuerza lo suficiente; esto tiene consecuencias negativas para la personalidad del niño, que podrían desembocar en la aparición de conductas disruptivas para llamar la atención, o en la inhibición y pesimismo cercanos o inmersos en la depresión.
  • Se producen a veces mecanismos compensatorios como la inadaptación personal, fortaleciendo la identidad de “diferente” y como manera de establecer identidad de grupo con otro alumnado conflictivo.
  • Es frecuente encontrar ciertos rasgos característicos: sentimiento de inseguridad, compensado por una cierta vanidad y falsa seguridad en sí mismo, y en ocasiones, terquedad para entrar en el trabajo y la motivación que requieren los tratamientos.
  • Están convencidos de su falta de inteligencia y es bastante habitual que sean reacios a cualquier situación de refuerzo de otras habilidades que no creen que tengan.


En general la franqueza, la explicación del problema, y la incidencia en que la capacidad intelectual de estos niños es normal a pesar de sus dificultades, ayudan a crear un clima que favorece las relaciones estudiante-profesorado-familia y crean un mejor predisposición hacia la intervención.


Para una información más exhaustiva sobre diagnóstico, etiología y tratamiento recomendamos consultar la siguiente información: